Corrupción en Cataluña... ¿como en todas partes?

>FINANCIACIÓN ILEGAL DE UDC Y RESOLUCIÓN DEL 'CASO PALLEROLS'

La sensación de insatisfacción, de frustración y de indignación causada por la resolución previa a juicio del escándalo de financiación ilegal de Unió Democrática de Catalunya se refleja con diferentes matices en los medios, destacando algunas opiniones que diluyen el caso en un océano de corrupción de los partidos.

José María Carrascal, en ABC, trazaba así el marco del problema: «Tanto hablar de crisis económica, cuando nuestro principal problema es la corrupción política. Que, al amparo de la democracia, haya surgido en España una «nueva clase» por encima de la ley, de la Justicia y del resto de las instituciones, gozando de completa impunidad, empobreciendo el Estado y socavando la democracia». Pero no estaba de acuerdo Julia Otero, en El Periódico, sobre cuál es la peor corrupción: «La otra cuestión es el descaro con que se pronuncian los que debieran estar más callados. Si ha habido un nido infecto de corrupción que nos ha llevado a la ruina han sido todas las Bankias que estamos rescatando a base de impuestos y sacrificios».

Pocas opiniones se han expresado esta semana al respecto en El País. Fundamentalmente, un editorial justificando la suavidad de las penas impuestas: «Algunos expresarán su insatisfacción porque estos delincuentes de cuello blanco político se libren de las rejas. Es un lamento comprensible, pero que no tiene en cuenta la dificultad de la prueba (en este caso, muy calibrada por la Fiscalía) antes de llegar al acuerdo. Adicionalmente, el derecho penal moderno pretende restaurar el orden material (la devolución del dinero desviado) y fijar la responsabilidad (individual y corporativa) para evitar su repetición, más que articular desquites o venganzas».

En Barcelona, el leitmotiv: todos son igual de culpables. Así, Toni Aira, en El Periódico: «El líder del PP no dimitió por el caso Naseiro, de financiación irregular. Ni el del PSC o el del PSOE tampoco lo hicieron por el caso Filesa, de la misma naturaleza. El tiempo pasa y la dimisión de Duran, desgraciadamente, habría sido un exotismo, una sorpresa que sinceramente nadie esperaba».

Más claro aún, AntoniPuigverd, en La Vanguardia: «La herida de Unió es idéntica a la de otros partidos (aunque no de todos, conviene dejarlo claro), pero en cambio el comportamiento de Duran es muy diferente del que ahora muestran sus rivales. Se indigna, hipócrita, el PP, pese a que pecó igualmente, no ya con Gürtel, sino en los años de Pallerols con el caso Naseiro (y con un Enric Millo, ahora tan escondido, antaño tan cerca de la cola de Pallerols). Y se indigna el PSC del caso Filesa. Duran, en cambio, casi nunca pone a los rivales contra las cuerdas de la corrupción». Un santo varón. Un ejemplo.

Mira desde otro ángulo Ignacio Camacho, en ABC, y musita: «Alguien tendría que procurar que de estas cosas no se entere FrauMerkel. Porque además de la dudosa reputación que proporciona el tejemaneje delictivo, sucede que el dinero desviado procedía de fondos europeos. Y esta clase de fullerías a los puritanos de las cuentas los ponen de muy mala leche».